Así precisamente se sentía JUAN FRANCISCO, otro padre y cliente del despacho.

Juan Francisco sentía que su abogada no le escuchaba. Percibía que molestaba cada vez que la escribía y, ante todo, veía que no le entendían. Veía que su abogada no se preocupaba por él, y que no ponía la atención que él necesitaba para tratar de evitar perder a su hijo.

Juan Francisco quería conocer una segunda opinión ante la situación que estaba viviendo, que no le dejaba dormir. La madre de su hijo quería trasladarse a vivir fuera de España y quería llevarse a vivir con ella a su hijo, lo que provocaba que él tuviera que verse obligado a dejar de ver con la frecuencia que lo hacía ahora a su querido hijo.

Era un padre que, por buena fe y las circunstancias adversas de la vida, había admitido una custodia exclusiva materna a más de una hora de su lugar de residencia, lo que ya de por sí le dificultaba el ver a su hijo con la frecuencia que de verdad quería.

Un padre que, habiendo conseguido tener ahora estabilidad laboral con un negocio propio, podía disponer de más libertad y tiempo, situación esta que, unida al ansiado carnet de conducir, que le facilitaba desplazarse sin estar sometido a las rígidas horas del transporte público, hacía que pudiera pasar más tiempo junto a su hijo al que adoraba. Sin embargo, ahora se encontraba con la egoísta decisión de una madre, que consideraba que el hijo común era más de su propiedad, y que por ello quería trasladarse a vivir a miles de kilómetros de su país, su familia, sus costumbres y ante todo de su padre.

Juan Francisco fue de esos padres valientes que supo escuchar a tiempo a su corazón y, a escasos dos meses de la vista decidió cambiar de abogado, alejarse del típico abogado tiburón y ausente, y dejarse representar por un despacho, Casasempere abogados, donde lo primero son las personas y el bienestar de los hijos en común. Un despacho donde se sintió parte de un equipo, donde le escuchaban de verdad, y donde conocían su historia. Y sobre todo, donde se sentía atendido y acompañado. Podía preguntar para obtener las respuestas que necesitaba. Hasta para redactar el contenido de un mail o un WhatsApp, siempre recibía el apoyo del despacho que, de verdad, necesitaba, para evitar potenciar una situación de enfrentamiento y conflicto que de por sí ya era tensa.

Juan Francisco estaba dispuesto y preparado para desplazarse a vivir junto a su hijo, en una localidad situada a más de una hora de su actual trabajo y de su nueva familia. Es, probablemente, alguien como tú y como yo, un padre que es capaz de todo con tal de estar y pasar tiempo junto a su hijo.

Tuvo que vivir el obtener un primer informe del gabinete psicosocial con un resultado nada positivo ni esperanzador, y poco esclarecedor, que era totalmente negativo para sus intereses personales, y, pese a ello, recibió el consuelo y el respaldo adecuado que, junto con el asesoramiento diario, le permitieron seguir adelante y darle la vuelta a lo que estaba viviendo. Y en la propia vista, contra todo pronóstico, se consiguió, gracias a no pensar exclusivamente en él, sino a poner el foco en hacer propuestas pensando en el bienestar del hijo menor, que se pudiera realizar una nueva valoración pericial, que permitiera dejar la decisión sobre la mejor opción de custodia, a que un perito pudiera analizar en profundidad la situación que se estaba viviendo.

Gracias a ello, hoy Juan Francisco por fin disfruta de una custodia compartida con alternancia semanal, y lo único que ha tenido que aceptar es el desplazarse a la localidad en que reside su hijo, alquilando una vivienda que ocupa junto a su hijo en las semanas que le toca disfrutar de su compañía.